No envidio al vuelo ni al nido al turpial, soy como el viento en la mies. Siento al caribe como una mujer, soy así que voy a hacer.
Soy desierto, selva, nieve y volcán y al andar dejo mi estela; el rumor del llano en una canción que me desvela.
La mujer que quiero tiene que ser corazón, fuego y espuela, con la piel tostada como una flor de Venezuela.
Con tu paisajes y sueños me iré por esos mundos de Dios, y tus recursos al atardecer me harán más corto el camino.
Entre tus playas quedó mi niñez, tendida al viento y al sol, y esa nostalgia que se hizo mi voz, sin querer se hizo canción.
De los montes quiero la inmensidad y del río la acuarela. Y de ti los hijos que sembrarán nuevas estrellas.
Si un día tengo que naufragar y el tifón rompe mis velas, enterrad mi cuerpo cerca del mar...en Venezuela.
Pablo Herrero y José Luis Armenteros.
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